Tomás Segura, jefe de la Unidad de Neurología, junto al neurólogo Francisco Hernández y el paciente Jesús Pacheco. JOSÉ MIGUEL ESPARCIA |
MAITE
MARTÍNEZ BLANCO
domingo, 1 de noviembre de 2015
domingo, 1 de noviembre de 2015
Jesús Pacheco (69
años) no tiene ni tensión, ni azúcar, ni colesterol. Come sano, camina a diario
y el tabaco lo dejó hace 20 años. Un día notó que los dedos de una mano se le
dormían y no podía pronunciar bien. Su cuerpo le estaba avisando, en su cerebro
estaba a punto de desencadenarse una tragedia por culpa de una placa de ateroma
que a lo largo de su vida había ido creciendo en su arteria carótida. El vaso
sanguíneo se fue estrechando y la sangre terminó eyectando esa placa hasta
impactarla en una arteria del cerebro. La sangre dejó de fluir y la falta de
oxígeno empezó a matar sus neuronas. Ocurrió de repente. Jesús dejó de hablar,
de su boca no salía nada más que un inteligible ta-ta-ta, las piernas no le
respondían y perdió el conocimiento.
Jesús acababa de sufrir un ictus, un accidente
cerebral que en Castilla-La Mancha es la principal causa de mortalidad y
discapacidad, tanto de hombres como de mujeres.
«Si tu salud es de hierro y no sufres un
accidente, al final mueres de un problema de arterias: si eres hombre casi con
toda seguridad fallarán las del corazón y si eres mujer las de la cabeza,
aunque por motivos desconocidos, en nuestra región en ambos sexos el mayor
riesgo está en las arterias cerebrales, es decir, en sufrir un ictus», describe
con claridad Tomás Segura, jefe de Neurología del Complejo Hospitalario de
Albacete quien pronostica que una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo
largo de su vida.
En Castilla-La Mancha se producen unos 5.500
ictus cada año, de los que unos 1.000 son atendidos en el hospital de Albacete
que tiene desde hace seis años una de las dos Unidades de Ictus de referencia
regional. La otra está en Toledo. Un 40% de los pacientes que llegan con
síntomas de ictus no tienen que ser ingresados, gracias al dispositivo que se
tiene montado en Urgencias. Allí mismo, los neurólogos realizan las pruebas
para el diagnóstico, revisan todas las arterias del cuello y la cabeza, y si el
caso no es grave y puede remediarse con medicación, el paciente se va a casa.
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