Algunas arritmias son benignas; otras pueden favorecer la
aparición de problemas médicos relevantes, como el ictus
EP / MADRID 16.03.2016 | 18:30
Globalmente, se estima que el riesgo
de sufrir fibrilación auricular de una persona que haya alcanzado la
edad de 40 años, en el transcurso del resto de su vida, está en torno al 25
por ciento. Los reconocimientos médicos habituales
así como la incidencia sobre el control de los factores de
riesgo cardiovascular son básicos para prevenir el desarrollo del ictus y de
fibrilación auricular.
Según explica el doctor Luis
Manzano, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna
(SEMI), la fibrilación auricular, un tipo de arritmia cardíaca, puede permanecer
asintomática y detectarse cuando da lugar a un ictus.
"Aproximadamente un 75 por ciento de los ictus son isquémicos y un 25 por
ciento hemorrágicos. El ictus cardioembólico provocado en su mayoría por la
fibrilación auricular representa al menos el 20 por ciento del total de ictus y
el 30 por ciento de los de origen isquémico", comenta el doctor.
Cuando un ictus se presenta lo hace de forma aguda,
brusca, de repente, y su sintomatología varía en función de la
zona del cerebro afectada. Se trata de una lesión cerebral producida por un
problema de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro. Pueden ser
hemorrágicos, por rotura del vaso sanguíneo, e isquémicos cuando lo que sucede
es la obstrucción del mismo.
"Gracias a los reconocimientos médicos
habituales que llevan a cabo los médicos de familia a la población general, se
consiguen detectar numerosos casos asintomáticos y se previene la aparición de
ictus mediante un tratamiento anticoagulante", señala el doctor Manzano,
especialista de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Riesgo Vascular (UICARV)
del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Ramón y Cajal de la
Comunidad de Madrid.
Las arritmias cardiacas son todos aquellos ritmos del corazón
anormales, ya sean por un aumento de la frecuencia cardiaca (taquiarrítmias) o
por una disminución (bradiarrítmias). Algunas de ellas son benignas, mientras
que otras pueden favorecer la aparición de problemas médicos relevantes como un
ictus.
"Dentro de las arritmias existen algunos
tipos que tienen tendencia a producir coágulos que se adhieren en las cavidades
cardiacas. Posteriormente el coágulo puede desprenderse y, a través de los
vasos sanguíneos, llegar al cerebro, obstruir un vaso y producir un ictus. Este
tipo de ictus isquémico se denomina cardioembólico y la arritmia que
habitualmente lo provoca es la fibrilación auricular", comenta el
especialista.
¿Cómo identificar la fibrilación auricular?
El síntoma fundamentalmente de la fibrilación
auricular son las palpitaciones. En muchas ocasiones
no originan ninguna manifestación y lo sospecha el profesional sanitario al
auscultar o tomarle el pulso al paciente. Otras veces su manifestación inicial
es un ictus o la aparición de una insuficiencia cardiaca. Se estima que
aproximadamente el 10 por ciento de la población que padece una fibrilación
auricular está sin diagnosticar.
"El diagnóstico se realiza por el
electrocardiograma, pero a veces la fibrilación auricular es intermitente y en
el momento que se hace el electrocardiograma no se observa. En estos casos, si
la sospecha es consistente, se debe hacer un registro electrocardiográfico de
al menos 24 horas, lo que se denomina un 'Holter'", afirma el doctor
Manzano, también director del Centro de Apoyo a la Docencia en Ciencias de la
Salud de la Universidad de Alcalá.
Factores de riesgo
Las personas con mayor
riesgo de sufrir
un ictus, ya sea isquémico o hemorrágico, son aquellos que padecen lo que se
denomina factores de riesgo cardiovascular, cuyos efecto inciden en lo vasos
sanguíneos y en el corazón. Estos son fundamentalmente la diabetes mellitus, la
hipertensión arterial, el aumento del colesterol y el tabaco.
Existen otros factores de tipo hereditario que también
influyen, como tener familiares de primer grado que hayan sufrido un problema
cardiovascular a edades relativamente jóvenes.
Durante mucho tiempo estos factores producen lesiones
vasculares o cardiacas que
pasan inadvertidas hasta que bruscamente se produce el ictus. Por ello, lo
fundamental es la prevención mediante un adecuado control de los factores de
riesgo, que deberá ser especialmente estricto en aquellos casos con
antecedentes en familiares jóvenes.
En el caso de la fibrilación auricular, la
arritmia que habitualmente se asocia a un ictus, las causas o factores que
favorecen su aparición son fundamentalmente el envejecimiento, la hipertensión
arterial y enfermedades propiamente cardiacas como problemas valvulares o de
coronarias, y la presencia de insuficiencia cardiaca. Los factores antes
comentados de riesgo para ictus inciden también en el desarrollo de la
fibrilación auricular.
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