Aprender otra vez a caminar, a hablar, a
moverse... Es apenas la punta del iceberg de lo que implica recuperarse de una
enfermedad que cambia en un instante la vida de quien la padece.
Jordi Masqué tiene 50 años y sufrió un ictus en verano de
2011. Es médico y entonces era jefe de atención primaria de Terres de l’Ebre.
Cuando se desplomó de madrugada enseguida supo lo que le pasaba, «el
diagnóstico era facilísimo», recuerda.
Después de todos los esfuerzos de sus compañeros médicos de
Joan XXIIIy Bellvitge, comenzó la otra lucha, la de recuperarse de las
secuelas. Una lucha de la que, a la luz de lo que hoy se ve, ha salido vencedor
con creces. Habla con normalidad, camina, sube escaleras, «aunque el primer día
que lo intentas sientes que vas en el Dragon Khan», y hasta ha vuelto a trabajar
(ahora en otro puesto)y a conducir. Aclara sonriente que «no corro, pero
tampoco lo necesito».
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