La encargada de la Unidad de Ictus del Virgen
Macarena muestra cómo esta patología sigue siendo una desconocida para la
sociedad.

La falta de concreción de lo que es un ictus y sus
consecuencias es, precisamente, el principal escollo en el que se encuentran
los profesionales sanitarios,
que disponen de un espacio limitado de tiempo para actuar de manera eficaz y
evitar que se queden secuelas. El umbral inicial –el de la primera intervención
eficaz– lo marca el llamado Código Ictus y está establecido en las cuatro horas
y media posteriores a que se producía ese episodio. De ahí la importancia de
saber que la hemiplejía –paralización de parte del cuerpo– no es el único
síntoma. “Para una paciente que desarrolle una afasia, es decir, una dificultad verbal, pasa más
desapercibido; y más cuando se trata de personas mayores, donde se suele pensar
que la mejor solución es acostarlo para ver si está mejor mañana al asociarlo a
achaques de la edad o cuestiones de memoria”, relata.
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