
La ciencia ficción desde hace años ha dado respuesta a estas preguntas. Tanto películas, cómics como novelas de este género han apuntado a que el día de mañana nos alimentaríamos a base de pastillas. La película Just imagine de David Butler, 1930, es un buen ejemplo: un hombre de los años 30 viaja a la sociedad del futuro y descubre como la alimentación ha quedado reducida a tomar una sola píldora. Si quieres un bistec y unas patatas, únicamente tienes que encargarlo a una máquina expendedora y te lo sirve al instante. Por suerte, no hemos llegado a este punto, si no sería mucho todo lo que nos perderíamos de sabores, olores y texturas, pero en parte no se iba tan desencaminado ya que los complementos alimenticios, comercializados en cápsulas, van en esta dirección.
De todos modos, la respuesta a qué comeremos de aquí a unos años radica en lo que pase a partir de ahora. Hoy hay dos modelos en conflicto que apuntan a dos futuros posibles: uno, el que defiende la industria agroalimentaria y biotecnológica, con una producción agraria intensiva, alimentos kilométricos y homogéneos, productos altamente procesados, tecnología transgénica, dejando en manos de unas pocas empresas qué y cómo se produce. Y, en oposición, la apuesta de movimientos de consumidores y campesinos en defensa de la soberanía alimentaria, que reivindican una agricultura y una alimentación local, ecológica y campesina. Dos modelos en colisión, donde actualmente el primero se impone sobre el segundo, al contar con el apoyo de gobiernos e instituciones internacionales.
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https://www.elperiodico.com/es/opinion/20180419/que-comeremos-en-el-futuro-articulo-esther-vivas-6767334
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