Angélica González /
Burgos - martes, 05 de agosto de 2014
La Unidad de Ictus del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de
Burgos (HUBU) atiende todos los años entre 300 y 320 casos de una patología que
es la primera causa de muerte en mujeres en España y la tercera en varones
(después del infarto y del cáncer) y que provoca muchas y grandes invalideces.
Un ictus es una lesión que se produce súbitamente por una falta repentina del
riego sanguíneo (trombosis) o por una hemorragia (derrame). «Se trata de una
alteración en la circulación de la sangre que va al cerebro y que ocasiona que
una zona reciba menor aporte sanguíneo del necesario, lo que se manifiesta en
una pérdida de una o varias funciones del organismo», explica la neuróloga
Yolanda Bravo, que trabaja en la Unidad y precisa que el 60% de los pacientes a
los que atienden cuentan con buena autonomía a los tres meses de haber sufrido
el ictus: «Puede haber pequeñas limitaciones (no ver del todo bien, padecer un
hormigueo)pero son autosuficientes. Hay otro 40% que necesita ayuda para la
vida diaria o que queda postrado en cama».
Conocer cuáles son los síntomas resulta clave para poder reaccionar de
forma inmediata porque de cuanto antes se tomen medidas médicas depende
una mejor supervivencia y la ausencia o no de secuelas. Lo ideal, según
esta especialista, sería llamar rápidamente al 112 y pedir ayuda cuando
se note una pérdida brusca de la visión, de la sensibilidad o de la fuerza en
un lado del cuerpo, imposibilidad repentina de hablar o hacerlo con dificultad
o un dolor de cabeza muy fuerte y sin causa aparente.
De esta manera se pondría en marcha lo que Sacyl da en llamar Código Ictus,
que en Burgos existe desde el año 2006 cuando -entonces en el Yagüe- se abrió
la Unidad. «Se trata de un sistema de activación y traslado prioritario para
pacientes con sospecha de ictus. Así que cuando se avisa a emergencias nosotros
ya estamos avisados y esperando a que llegue el paciente que, como lo hace en
una ambulancia medicalizada, ya ha sido visto por un profesional y tiene la
analítica sacada, con lo que se gana tiempo. También están alerta los médicos
de Urgencias y los radiólogos para hacer el escáner», añade. Tanta prisa
tiene que ver con que los mejores tratamientos tienen lo que se denomina una
ventana terapéutica limitada, es decir, que han de ser aplicados antes de que
hayan pasado cuatro horas y media: «Si esto se hace al principio tenemos
probabilidades de recuperar parcial o totalmente las funciones; el cerebro aguanta
muy poco tiempo sin sangre, por eso hay que darse mucha prisa».
Las personas que más se benefician de la unidad y de estos tratamiento son
aquellas que tenían buena calidad de vida previa, que no padezcan
contraindicaciones por sufrir otra patología o tomar un medicamentos concreto y
que hayan sufrido el ictus muy recientemente. La edad no se considera un factor
excluyente: la media a la que ocurre está en, aproximadamente, 69 años aunque
también afecta a personas jóvenes.
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Fuente
.es
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