Las parejas sanas han aprendido a aceptar sus
diferencias y han utilizado esas dificultades que aparecen en el día a día para
fortalecer su relación
Los pequeños detalles son los que marcan la diferencia en
cualquier orden de la vida. Estos cobran especial relevancia en una relación de pareja, pues son los que nutren la
permanencia del cariño y del cuidado diario.
No es el amor lo que sustenta una relación, sino que es el modo de relacionarse lo que sustenta el amor. Y es que, para que no morir, necesita
del respeto y del cuidado, como un huerto para no secarse y dar frutos.
El amor está en pequeños detalles que se cultivan día a día. En abrazarse. En besarse. En protegerse. En
apoyarse. En cuidarse. En dormir juntos. En ver películas. En pasear de la
mano. En los “te quieros” inesperados. En los besos furtivos. En las cosas sin
importancia.
Sin todo esto el amor no
sería amor, sería la nada y no podríamos vivir
de esta forma. La razón por la que esto es así no es relevante porque el amor
no necesita ser comprendido, necesitas ser demostrado, cada día y en cada
instante.
Son esas chispas las que mantienen viva la llama, pero no
la de la pasión,
sino la de la verdadera grandeza de ese sentimiento. Podemos vivirlo de manera
mucho más sencilla, pues nos han vendido que tenemos que complicarnos la
existencia cuando en realidad no es así.
“Al final te das cuenta de que lo pequeño siempre es más
importante. Las conversaciones a las tres de la mañana, las sonrisas
espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas, los poemas
de diez palabras que te sacan una lágrima. Los libros que nadie más conoce y se
vuelven tus favoritos, una flor que te pones en el cabello, un café que te
tomas solo… Eso es lo que verdaderamente vale la pena; las cosas diminutas que
causan emociones gigantescas”.
Entre letras y cafeína
El verdadero amor
El amor se hace día a día con detalles, atenciones,
preocupaciones y, a veces, hasta con corajes… Hacer el amor significa
despertarse cada día con una sola persona en la mente, hacerla feliz, cuidarla,
sacarle lágrimas de risa y felicidad, hablarle bonito y darle prioridad.
Al
verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece. Querer y amar no son
sinónimos de sometimiento ni de dependencias,
sino de libertad y de disfrute.
De todas maneras, es importante que no nos
equivoquen con los términos que se usan en la actualidad. Lo ideal no es el desapego, sino el apego saludable.
Es decir, el apego seguro como una inclinación afectiva libre de
inseguridades y de exigencias a la que tenemos que aspirar.
Sin embargo, desapegarnos significa desvincularlos, no querer,
ni preferir, lo que no es para nada deseable.
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