El 27
de enero de 2004, la jueza Victoria Salcedo Ruix, del juzgado de primera
instancia número 37 de Madrid, absolvía a la Fundació
Institut Catalá de Farmacologia (FICF) y a su director, el
Profesor Joan-Ramon Laporte, de la demanda interpuesta por la multinacional MSD
que acusaba a los demandados de haber emitido “falsedades,
acusaciones infundadas e interpretaciones sesgadas” sobre el
anti-inflamatorio rofecoxib (VIOXX), en el órgano de difusión de la FICF, el
boletín farmacoterapéutico “Butlletí Groc”.
En el número 4 del volumen 15, en el año 2002,
el Butlletí se hacía eco de dos editoriales aparecidos en el BMJ y el Lancet criticando los ensayos clínicos
pivotales del rofecoxib (VIOXX) y el celecoxib (CELEBREX), el VIGOR y el CLASS
respectivamente.
El 30 de septiembre del 2004, 8
meses después de perder la querella interpuesta contra Laporte y la FICF, Merck
Sharp & Dohme (MSD) tomaba la decisión de retirar del mercado mundial su
producto estrella, el rofecoxib, por un exceso de riesgo de infartos de
miocardio y accidentes cerebrovasculares (ACV).
El propio
Butlletí informaba en 2005 del daño producido en España
por este fármaco:
“Por cada 1.000 pacientes
tratados durante un año, el rofecoxib daba lugar a 7,2 casos adicionales de IAM
o de AVC.
En el momento de la retirada, en España había entre 70.000 y 100.000 personas
tratadas a cargo, pero MSD (nombre de la compañía norteamericana Merck en
España) informó que en el último año se habían tratado 277.000 pacientes. Si se
toma la estimación más baja de los tratados con recetas del SNS, se puede
calcular que ha habido entre 504 y 720 casos atribuibles a
Vioxx® (casi 2.000 con las cifras de MSD)”
El
Lancet se hizo eco de la noticia, señalando el “amplio apoyo de la
comunidad médica” a Laporte
El
profesor Joe Collier, presidente en ese momento de la International
Society of Drug Bulletins, declaraba al BMJ que la demanda
contra Laporte era parte de un largo “historial de intimidación” por
parte de las grandes compañías farmacéuticas multinacionales a sus críticos
German
Velasques, el entonces coordinador del programa de medicamentos de la OMS declaró:
“Es
una pena que se utilicen los tribunales porque no son competentes para debatir
cuestiones técnicas. Es mejor hacerlo en revistas científicas médicas”
Pues
bien, la industria farmacéutica ya no demanda judicialmente a los boletines
farmacoterapéuticos independientes.
Ahora
los intimida a través de sus “bien mandadas” sociedades científicas.
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