Coordinador de la unidad especializada
del HUCA, reclama un servicio de rehabilitación neurológica en la sanidad
pública para paliar los daños cerebrales.
La primera imagen fue captada en
1920. Muestra a un hombre en pleno discurso, aclamado por las masas. En la
segunda, de 1923, es difícil reconocer a Lenin. Está en una silla de ruedas,
paralizado, con el rostro convertido en una mueca. Entre ambas imágenes pasó un
ictus, «una enfermedad que, hasta 1995, era como una maldición bíblica». Una
para la que hoy sí hay alternativas, aunque «no hay un minuto que perder: el
tiempo es cerebro».
Así lo aseguró ayer en Norbienestar
el neurólogo Sergio Calleja, coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital
Universitario Central de Asturias (HUCA). Invitado por la Asociación de Centros
de Día de Asturias (Acedia), en una repleta sala de actividades explicó cómo
reconocer los síntomas de una de las principales causas de muerte, así como el
protocolo establecido en Asturias, Código Ictus, para frenarla.
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