Los
pacientes con hígado graso tienen un riesgo significativamente mayor de
aterosclerosis aunque no padezcan obesidad, hipertensión arterial o diabetes
tipo 2
La esteatosis hepática no alcohólica, también conocida como
‘hígado graso’, constituye la enfermedad hepática más común el todo el mundo.
No en vano, afecta a un 30% de la población general y a hasta un 70-90% de las
personas con obesidad o diabetes tipo 2. Un aspecto a tener muy en cuenta dado
que, como muestra un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad Pierre y Marie Curie en París (Francia), el hígado graso es, por sí solo y
con independencia de las posibles causas que causan su aparición –caso de las
referidas obesidad y diabetes tipo 2 y de la hipertensión arterial– un factor
de riesgo de desarrollo de aterosclerosis y, por tanto, de mortalidad
cardiovascular. Tal es así que, en opinión de los autores, debe requerirse un seguimiento estricto de la salud cardiovascular
y de las posibles complicaciones metabólicas de los pacientes con esta
enfermedad.
Como explica Raluca Pais,
directora de esta investigación publicada en la revista «Journal of Hepatology», «nuestros resultados indican que el hígado graso e
inflamado expresa distintos factores proinflamatorios y procoagulantes, así
como genes implicados en una aterogénesis acelerada. Por tanto, hay una mayor
probabilidad de que la relación entre el hígado graso y la mortalidad
cardiovascular no se deba simplemente a los factores de riesgo subyacentes
comunes a ambas enfermedades, sino que realmente se explique porque este hígado
graso contribuye de forma independiente al incremento de este riesgo».
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