Ana María De
Luis Otero 09/05/2016 OPINION, Tribuna libre 1,489 Visualizaciones
Es
por la mañana y huele a café recién molido. Ese olor de las grandes ciudades
cuando solamente se escuchan los cierres de las tiendas subir para alcanzar la
meta del día. Quizá la de hoy sea para nosotros distinta.
Estamos
en la cola de Asuntos Sociales. Hay muchas
personas con una carpeta debajo del brazo; ese brazo que sujeta a la anciana
que no puede andar, ese que empuja una cama y la pone derecha, ese que da de
comer al enfermo de casa; “mi padre, dice un hombre de 58
años. Aquí estoy con el expediente de mi padre. El hombre, ya ve… me
dice. Mi madre, es por mi madre. Lleva en la cama desde hace ocho
años; yo dejé de trabajar por ella, y todavía no sabemos nada”
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