En anteriores capítulos de apuntes de
geobiología, hemos definido qué son las áreas geopatógenas, y qué son las
geopatías.
Hemos visto que las áreas geopatógenas son
lugares donde las constantes geofísicas de la tierra se encuentran alteradas, y
si vivimos expuestos a su acción de forma prolongada en el tiempo (meses, o
años) podemos sufrir una geopatía, véase, una enfermedad producida por vivir en
ése área de la tierra.
Pero, ¿Qué nos puede llevar a sospechar que
estamos durmiendo sobre un área geopatógena?
Básicamente, cualquier tipo de
enfermedad crónica puede encontrarse influida en mayor o menor grado por uno o
varios cofactores añadidos, como pueden ser la alimentación, o el estrés.
Y uno de estos cofactores, puede ser
la influencia de un área de carácter geopatógeno en el lugar donde dormimos.
El análisis de la actividad
geobiológica presente en la vivienda, y en especial, en el dormitorio de la
persona enferma, puede ser de gran ayuda en el manejo de la enfermedad, y
consecuentemente, en la salud del paciente.
Y es que un estudio geobiológico de
la vivienda debería realizarse de manera rutinaria como cualquier otra prueba
de diagnóstico.
Y si a pesar de encontrarnos
expuestos a un área geopatógena, no sufrimos una un proceso crónico de
enfermedad,
¿qué síntomas pueden
ayudarnos a identificar una posible exposición durante la noche?
En la mayoría de los casos, se
precisa de largos espacios de tiempo de exposición a un área geopatógena, a
veces, hará falta más de una década antes de que pueda surgir un proceso de
enfermedad crónico, lo que en geobiología llamamos geopatía.
Pero mucho antes de esto, existe un
síntoma claro, que puede ayudarnos a prevenir una futura enfermedad.
Y lo encontramos en muchos de los
trastornos del sueño.
Sufrir insomnio de manera recurrente,
no disfrutar de un sueño reparador, o tener pesadillas de forma habitual,
suelen ser síntomas claros de la presencia de un campo alterado en el lugar de
descanso.
Cuantas veces encontramos personas
que no consiguen descansar en su propia cama, pero que sin embargo, se quedan
dormidas placenteramente en el sofá, perdiendo el sueño de nuevo al regresar a
la cama.
A veces, cuando se cambia de
vivienda, se puede observar una variación importante en la calidad del sueño,
podemos encontrar que dormimos peor o mejor, que en la anterior vivienda, y si
regresamos a ésta, recuperamos la calidad del sueño habitual que disfrutábamos,
o sufríamos, antes del cambio.
Esto es completamente
independientemente de nuestras situaciones personales.
Si sufrimos problemas de sueño,
podemos probar a dormir en otros espacios de la casa con objeto de observar una
mejora en nuestra calidad del sueño, puede que nuestro insomnio se deba a estar
sufriendo una geopatía.
La experiencia también nos muestra
que muchos bebes que lloran durante las noches sin una causa comprensible,
dejan de llorar cuando sencillamente, cambiamos la cuna de lugar.
Hoy en día sabemos que factores como
las fases de la luna, los ciclos diarios de luz y oscuridad, el color de la
iluminación de algunos dispositivos de alumbrado nocturno, o la exposición a
campos electromagnéticos artificiales, influyen directamente en la calidad de
los procesos del sueño y la salud.
Y las radiaciones naturales del campo
geobiológico en el que vivimos, son de naturaleza electromagnética, tan amplia
en frecuencias, como pueda llegar a ser la totalidad del espectro
electromagnético.
Consecuentemente, va a influir en
nuestros procesos biológicos y en la calidad de nuestro descanso.
Conocer la naturaleza del ambiente
geobiológico en el que vivimos, es fundamental para nuestra salud.
¿Recordamos cuando ha sido la última vez que nos hicimos un chequeo médico?
¿Recordamos cuando ha sido la última vez que nos hicimos un chequeo médico?
Y… Alguna vez… ¿Hemos revisado
la calidad del ambiente geobiológico de nuestro hogar?
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