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viernes, 15 de mayo de 2020

ENTREVISTA A LA DOCTORA PILAR MUÑOZ-CALERO

  BENDITA 

27 Abr, 2018 - 

«CADA VEZ ATENDEMOS A MÁS NIÑOS CON PROBLEMAS NEUROLÓGICOS Y DE CONDUCTA CAUSADOS POR LA EXPOSICIÓN A TÓXICOS”

Pilar Muñoz-Calero es doctora en Medicina, especializada en Pediatría, Neonatología, Estomatología y Adicciones. De hecho, la Fundación Alborada estaba dedicada al tratamiento de las adicciones hasta que ella enfermó de sensibilidad química cuando tenía 43 años. En España no se sabía nada del tema y viajó a Atlanta, en Estados Unidos, donde comenzaron a sospechar cuál podía ser su dolencia. Tras empeorar aún más, ingresó en el Environmental Health Centre, en Dallas, donde se estuvo debatiendo entre la vida y la muerte durante siete meses. De la mano del Dr. William Rea aprendió los fundamentos de la Medicina Ambiental, y a partir de ese momento ha dedicado su vida al tratamiento, investigación y difusión de las enfermedades ambientales. En la actualidad hace vida normal, trabaja en la Fundación Alborada, da clases, conferencias… Aunque lleva una vida lo más libre de tóxicos químicos que puede, asegura que “nunca estamos seguros de no volver a recaer ante una exposición”

La Fundación Alborada es uno de los poquísimos centros en España donde se practica la Medicina Ambiental, es decir, donde se da tratamiento a las personas que han enfermado a causa de una sobreexposición a tóxicos. Es generalmente la última parada de un largo peregrinaje por consultas médicas de toda condición, y donde muchos pacientes, que acuden con una colección de diagnósticos diferentes, encuentran por fin la solución a su problema. La Fundación es además centro asistencial, con categoría de Hospital de Día, licencia otorgada por la Consejería de Sanidad de Madrid, único Hospital en España con esta categoría para realizar tratamientos a las personas afectadas con Sensibilidad Química. Tiene además un concierto con la AAEMPS (Agencia Española del Medicamento), a través del departamento de medicamentos extranjeros para poder adquirir vitaminas, minerales, oligoelementos, etc., sin aditivos ni conservantes que solo se consiguen a través de farmacias en diferentes países europeos. Situado en la mitad del campo en la localidad madrileña de Brunete, se les atiende en un entorno totalmente libre de químicos. Todo el personal lleva ropa lavada con detergentes ecológicos; nadie usa cremas, geles ni champús con fragancias. Por supuesto el perfume está prohibido. Solo se come comida ecológica y las instalaciones se limpian con agua, vinagre y bicarbonato. Hasta hace poco, este islote “limpio” era el oasis casi exclusivo de pacientes con fibromialgia y sensibilidad química; de un tiempo a esta parte cada vez atienden a más niños con un diagnóstico de autismo, déficit de atención o retrasos cognitivos. Hablamos con su presidenta y fundadora, alma mater de la institución y la que ve personalmente a los pacientes, la doctora Pilar Muñoz-Calero.

¿Es cierto que trastornos como el autismo o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tienen una relación con la exposición a tóxicos?
Por nuestra experiencia, sin ninguna duda. Hay que tener en cuenta que estas enfermedades suelen ser multifactoriales, es muy difícil encontrar una única causa. No puedo hablar desde el punto de vista del investigador de laboratorio que experimenta con cobayas y luego extrapola los resultados, pero sí como investigadora clínica, que sigue con atención cómo reaccionan los enfermos cuando se les aplican tratamientos enfocados a la reducción de carga tóxica, y muchísimos mejoran de manera evidente.

¿Cómo los tratáis?
Lo primero es diseñar un plan para que reduzcan los tóxicos a los que están expuestos en su día a día, centrándonos sobre todo en la alimentación, que ha de ser con productos ecológicos; en el agua, filtrada o envasada en cristal; y en el aire de las casas. Muchas veces el aire que se respira en una vivienda está más contaminado que el de la calle, por estar saturado de las partículas que se desprenden de la pintura de las paredes, los barnices, los materiales del mobiliario, etc. También se les pone una dieta sin gluten ni lácteos y se les recomienda hacer dieta rotatoria, que consiste en no repetir el mismo alimento en cuatro o cinco días, para evitar así aumentar las sensibilidades a sus componentes.
A todos los pacientes se les proporcionan aparte tratamientos de inmunoterapia (pruebas de provocación-neutralización) y de disminución de la carga tóxica con sueros intravenosos, coenzimas… Con los niños nos vemos más limitados porque para ellos la vía intravenosa es un procedimiento muy agresivo, y en muchas ocasiones tampoco es fácil que acepten tomarse los suplementos que serían necesarios para mejorar su situación. Esto a veces hace que el proceso de recuperación sea más lento.

¿Cuánto suele durar un tratamiento?
Es muy variable. Depende de cada niño, pero hablamos de tratamientos que suelen ser largos; incluso de años. Sin embargo, las primeras mejorías se ven a los pocos meses. Los niños comienzan a comportarse mejor, a estar más centrados, a tener más empatía…

Es impresionante, sí.
Tuve una paciente, una niña de siete años, epiléptica, que cuando llegó al centro tenía un retraso motor muy grande respecto a su hermano pequeño. Estaba medicada. Los padres llegaron a la consulta desesperados y, la verdad, con poca confianza en el plan que les propusimos de deshabituación a tóxicos. Les pedí que si la niña experimentaba algún cambio, volvieran, y si no, que buscaran por otro lado. Al cabo de las semanas la niña seguía igual a nivel motor, un poco más estable de las crisis. Un día que llegaron sus primos a su casa, emanando toda la batería de fragancias de los detergentes, suavizantes, el gel, etc., se puso malísima. Fue la prueba evidente de que su trastorno estaba directamente relacionado con los químicos. Como la niña estaba bastante mal, las medidas tuvieron que ser drásticas. Incluso tuvo que dejar el colegio y que un profesor fuera a darle clase a casa durante años, pero al final la mejoría con el tiempo ha sido enorme.

“UN CAMBIO EN LA ALIMENTACIÓN, EL AGUA Y EL AIRE DE LA CASA PRODUCE MEJORÍAS EVIDENTES EN LOS NIÑOS DIAGNOSTICADOS DE AUTISMO O TDAH”

Me hablas de un trastorno neurológico. Sin embargo, a mucha gente le resultará difícil creer que solo cambiando la alimentación y limpiando el ambiente los niños mejoren su comportamiento.
Una investigadora americana, Doris Rapp, hizo un estudio en un colegio de Nueva York. Juntó en un aula a todos los niños que tenían especiales dificultades escolares o de actitud, y pidió que esa habitación se fregara solo con bicarbonato, estuviera libre de fragancias, etc. En un año, todos ellos mejoraron muchísimo.

Estas evidencias abren el abanico de “sospechas” enormemente. ¿Cuándo deberían los padres comenzar a pensar que sus hijos quizás tienen un problema relacionado con una sobreexposición a tóxicos?
Ante problemas de conducta, niños con un carácter “difícil” o que tengan rabietas injustificadas; niños que duerman demasiado; que estén muy tristones, que tengan tendencia depresiva; que tengan problemas de alergias, con dermatitis, asma, que presenten un enrojecimiento alrededor de las orejas o unas marcadas ojeras, que se agudicen después de ingerir algunos alimentos… Es muy importante que los padres observen minuciosamente las reacciones de sus hijos y que intenten vincularlos con algún alimento, alguna exposición a alguna fragancia, o a algún otro compuesto que pueda estar relacionado con diferentes productos que se usen en la vivienda o en el colegio.

Muchísimos, vaya.
Hoy en día la cifra se ha disparado. No tienes más que ir a un comedor escolar y es impresionante la cantidad de niños que van con bandejas de color diferente porque tienen algún tipo de intolerancia, o los que llevan siempre el inhalador en la mochila para el asma, por no hablar de la cantidad que están medicándose para el déficit de atención e hiperactividad. Nosotros en el centro estamos viviendo un aumento notable de niños con problemas.

Habrá quien piense que no es posible que la causa de todas las enfermedades sean los químicos.
Hoy en día podemos decir que la mayoría de las enfermedades crónicas que son degenerativas, inflamatorias o con rasgos de hipersensibilidad están relacionadas con la sobreexposición a tóxicos. Esto es como si en una autopista, en el peaje nos encontramos con cuatro coches: la circulación fluye con normalidad rápidamente. Pero cuando en vez de cuatro hay muchísimos, se forma un atasco enorme, las carreteras se bloquean… En nuestro caso se satura el sistema inmune, el hepático, el sistema de desintoxicación… Solo el 2% de las enfermedades tienen un componente genético. Centrándonos en una, el cáncer de mama, se sabe que solo el 6% de los tumores son genéticos; el resto tienen que ver con factores ambientales. En las últimas décadas la prevalencia de este tumor ha aumentado un 30-35%. No hay más que echar cuentas.

Volviendo a los niños con TDAH, hay padres que aseguran que la medicación sí es de ayuda.
Es cierto que los fármacos que se están utilizando los tranquilizan y les ayudan a tener mejor concentración, porque se actúa sobre la adrenalina y la noradrenalina; pero la atención no mejora, con lo cual no mejora su aprendizaje. Es como si una persona se toma una Centramina para estudiar antes de un examen, le va a ayudar a estar más concentrado de manera puntual, pero no mejora su atención, que es lo que al final hace aprender. Eso por no hablar de la cantidad de efectos secundarios que tienen los fármacos.

“HEMOS LLEGADO A ATENDER A NIÑOS DE TRES AÑOS CON SQM»
¿Estos trastornos se pueden prevenir?

Rotundamente sí. Reduciendo la exposición a tóxicos, incluso durante el embarazo. La placenta es una capa de grasa totalmente permeable que transmite todo al bebé; igual que la leche materna. Hemos tenido incluso niños con tres años con sensibilidad química múltiple. Cuando presentan el trastorno siendo tan pequeños está claro que es porque han estado expuestos ya desde el útero.

La comida ecológica cuesta el doble que la convencional, imagino que esto será un problema para muchas familias.
Sí, mucha gente se queja del precio de los productos ecológicos. Yo sin embargo lo planteo al revés: ¿cómo es posible que haya alimentos en los supermercados tan baratos? Evidentemente, cuando te están vendiendo el pollo a un euro es porque lo han criado a base de meterle sustancias; es imposible que sea natural.

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº10
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