EJERCE EN EL HOSPITAL VALL D'HEBRÓN DE BARCELONA Y LIDERA VARIAS
INVESTIGACIONES SOBRE EL ICTUS EN VACACIONES SIEMPRE VUELVE A SU CIUDAD NATAL.
Joan Montaner Villalonga.
Neurólogo
JOAN Montaner Villalonga
es ciudadano de Cádiz sólo en vacaciones. Es neurólogo en el hospital Vall
d'Hebrón de Barcelona, donde lidera el Laboratorio de Investigación
Neurovascular y el Grupo de Investigación de Enfermedades Neurovasculares. Pero
sus padres y hermanos siguen viviendo aquí y le mantienen al día de todo lo que
ocurre en la ciudad. Quedamos con él en el Instituto de Biomedicina de Sevilla
(IBIS), donde dirige desde el año pasado un laboratorio centrado en la
investigación del ictus. Allí trabaja una semana al mes.
-¿Es usted de Cádiz-Cádiz?
-Sí.
Nací en Cádiz, en la plaza de las Viudas. En esa época había allí un ginecólogo
que tenía una clínica, pero no me acuerdo cómo se llamaba. Estuvimos viviendo
allí sólo un año porque mis padres trabajaban en Conil. Mi madre era profesora,
daba clases allí. Mi padre es ingeniero de comunicaciones y trabajaba en la
central de cables submarinos. Mi madre es de Menorca y mi padre de un pueblo
perdido de los Pirineos catalanes, de ahí el tema de los apellidos.
-Así que
estudió en Conil.
-Sí.
Y luego, antes de empezar el instituto, me fui a Cádiz y estuve en el colegio
Reyes Católicos. Me parece que llegué en 5º de EGB. Imagínate, me iba solo de
Conil para Cádiz en el autobús todos los días. Después mis padres se vinieron a
vivir a Cádiz. Recuerdo que más de un día me quedaba dormido en el autobús.
-¿Qué otros recuerdos tiene de su infancia y
juventud en Cádiz?
-Estudié
en San Felipe Neri el BUP y el COU, y la carrera la hice en la Facultad de
Medicina de Cádiz, con lo cual, tengo muchísimos recuerdos. Me acuerdo de la
primera vez que fuimos a la playa. Me sorprendió la cantidad de algas que
había, acostumbrados a la playa de Conil. Eso ha cambiado. Pero el olor a mar
de las algas es una de las cosas que me encanta de Cádiz cuando voy. Mi madre
ahora con el WhatsApp me da envidia, me envía fotos todas las semanas de la
puesta de sol porque viven en el paseo marítimo. La época de la adolescencia
fue fantástica en Cádiz. Recuerdo las salidas en Argüelles con los butanitos. Y
la época de la Facultad de Medicina me marcó muchísimo. Fue muy importante, no
sólo por la formación como médico. Era una época en la que había muchísima
actividad de los estudiantes. Un grupo de gente nos encargamos de llevar la
Asociación de Intercambios de Estudiantes de Medicina, y lo que hacíamos era
que en verano nos repartíamos becas y te ibas a otro hospital de Europa a
estudiar, y eso lo recuerdo con muchísimo cariño. Primero porque ayudábamos a
mucha gente de Cádiz a que se fuera otros países a hacer una estancia, y luego
porque yo también lo aproveché. Estuve en Hungría, en Dinamarca, en Turquía,
Rusia..., la verdad es que nos pateamos media Europa gracias a estos
intercambios. También traíamos a muchos extranjeros en verano a Cádiz y era muy
divertido porque nos encargábamos de ellos.
-Luego se fue a hacer la especialidad a
Barcelona y se quedó allí.
-Desde la facultad ya me gustaban mucho las
cosas relacionadas con el cerebro. De hecho, en algunos de estos intercambios,
en Hungría, el segundo año o tercero de la facultad, me fui allí a hacer
investigación con cosas de demencia. O sea, que la inquietud de hacer
investigación la tenía ya prontito. Y luego me fui a Barcelona a hacer la
especialidad. Sabía que quería hacer neurología, y hay buena neurología en
varios sitios en España, pero Barcelona es como la cuna de la neurología
española.
-Estuvo también en Boston.
-Exacto. Cuando acabé la especialidad de neuro,
como quería hacer investigación, ya empecé a hacer alguna cosa allí en Vall
d'Hebrón, en el Hospital de Barcelona donde trabajo, y tuve la oportunidad de
irme a hacer una estancia post doctoral a la Universidad de Harvard, a Boston,
y fue también un periodo fantástico. Allí estuve sólo medio año, pero fue
genial porque eso nos ha abierto las puertas a hacer cosas muy buenas de
investigación con el grupo de Boston.
-¿Cuándo supo que quería ser médico?
-Creo que en el instituto. Me gustaba mucho la
biología y el tema del cerebro. Pero bueno, la verdad es que también me gusta
mucho todo el tema de la creatividad, la innovación, el descubrir cosas nuevas,
y creo que eso me ha marcado la carrera y todas las publicaciones. Lo que más
me ha molado es encontrar cosas o hacer cosas que no ha hecho nadie. Es muy
difícil de explicar cuando no trabajas en ciencias. Pero bueno, el subidón de
saber que estás investigando algo que sólo tú en el mundo lo estás investigando
o encontrar algo que sabes que tú eres la primera persona en el mundo que la
ves o que la sabes, es brutal. En el instituto ya veía que eso me gustaba. Te
digo lo del tema de la creación porque durante una época también pensé ser
arquitecto. Me gustaba mucho, pero en el fondo creo que era por lo mismo, por
hacer cosas nuevas, hacer un edificio nuevo chulísimo... Pero bueno, luego nos
decían que la Facultad de Medicina es la más antigua de España y creo que
también es inteligente aprovechar lo que tienes cerca. Supongo que volvería a
hacer la carrera allí.
-Entonces, ¿le gusta más la investigación que
la parte asistencial?
-Está claro que cuando eres médico, lo eres para
curar enfermos. Yo trabajo con un tipo de pacientes muy concretos: los enfermos
que tienen ictus. El ictus es una enfermedad en la que se tapona una arteria
del cerebro, no llega la sangre a esa parte del cerebro y te quedas sin poder
hablar, sin mover medio cuerpo, etcétera. Es una enfermedad brutal, te cambia
la vida de un momento para otro. Cuando empecé a hacer cosas de neuro, me
gustaban más las enfermedades raras, de hecho, yo hice la segunda parte de la
carrera de Medicina en Puerto Real y allí vi algunas familias con enfermedades
genéticas neurológicas rarísimas y pensé que me encantaría trabajar en eso.
Pero ya luego en Barcelona me sorprendió que enfermedades como el ictus fueran
tan frecuentes. Piensa que es la primera causa de muerte en mujeres en nuestro
país. Entonces, como médico, es brutal cuando curas a alguien así. Nosotros
para tratar a esta gente, lo que tenemos que hacer es correr muchísimo en
Urgencias porque para destapar la arteria que se ha cerrado tenemos como mucho
cuatro horas y media desde que empiezan los síntomas. Si el enfermo se cura del
todo, eso es... no te lo puedes imaginar. Te hace muchísima ilusión. Pero es
cierto que al cabo de unos años de hacer neurología, si te gusta la investigación,
te marcas otras metas más altas. Quieres no curar al caso concreto de ese
paciente sino intentar buscar una cura para la enfermedad, algo que sirva para
todo el mudo. Entonces, eso es lo que yo creo que te motiva el siguiente paso
de la carrera profesional y es lo que hace que hoy en día, si tuviera que
elegir, me gusta más la investigación que el día a día de la clínica. En
Barcelona lo que suelo hacer es que cuatro días a la semana estoy en el
laboratorio y un día veo pacientes. Esa proporción está bien.
-En Barcelona lleva un proyecto de
investigación sobre el ictus y desde el año pasado dirige otro en
Sevilla.
-Exacto. El año pasado concedieron un proyecto
europeo muy grande para hacer investigación traslacional en varios campos de la
medicina. La investigación traslacional permite que sea mucho más rápido el
llevar los descubrimientos al paciente. Entonces, esto es lo que queremos hacer
aquí. Lo hacíamos en Barcelona y aquí sabían que éramos los mejores en Europa
en este tipo de investigación y quisieron montar algo parecido. Con lo cual,
para mí genial, era un reto importante pero bonito. En parte acepté por ser de
aquí y porque en Andalucía tenemos un problema con esta enfermedad brutal. Por
cosas que no sabemos bien del todo, es el sitio de España y de toda Europa
donde más gente se muere por ictus. Tenemos un problemón tremendo. Y eso era
algo que me llamaba mucho la atención y pensaba que con mi experiencia podía
colaborar a cambiar un poco este escenario tan triste.
-¿Para destacar en investigación hay que irse
fuera de Cádiz?
-Si. Y de Barcelona también. Hay que irse a otro
sitio. Puede ser que en Cádiz haya equipos de investigación o laboratorios muy
buenos, pero lo importante de irse fuera no es sólo lo material, no son sólo
los equipos de investigación; es ir a ver cómo piensa otra gente.
-¿Cómo ve la sanidad andaluza?
-Hay cosas malas y buenas, como en todo en la
vida. Hay una cosa que es muy importante, que a mí me animó a venir a hacer el
proyecto, y es que el sistema sanitario andaluz se ha informatizado hasta tal
punto, que todos los datos están en una gran base de datos y eso nos va a dar
desde el punto de vista de la investigación un potencial brutal que no tienen
otras regiones. Creo que en Andalucía estáis haciendo un esfuerzo por la
innovación, eso también me ha encantado, el intentar que las cosas nuevas que
se descubren se apliquen rápido, el tema de patentes, creación de empresas.
Luego hay otras cosas que no me gustan. No me gusta el que haya un
desequilibrio, que no sea lo mismo hoy en día que te dé un ictus en Sevilla que
en Cádiz. Es que no es igual ni que te dé el ictus aquí al lado a que te dé más
cerca de otro hospital. En Andalucía faltan unidades de ictus. Se ha demostrado
que si tienes una unidad de ictus vas a salvar más la vida de los pacientes y
seguimos en algunas capitales andaluzas sin unidades de ictus. Durante estos
años haré todo el esfuerzo que haga falta para cambiar esto, y eso pasa por
buscar la complicidad de la gente y de nuestros políticos. Es mentira que eso
sea caro, al contrario, vamos a ahorrarles dinero. Esto es una inversión.
-¿Cuál es su relación actual con Cádiz?
-Mi familia está toda allí. Entonces, voy todo
lo que puedo, ahora un poco más. Solemos bajar en Navidad y en verano. Tengo dos
hijas y han nacido en Cataluña, pero el tema de las raíces me parece
importantísimo y ellas desde chiquititas se han ido a Cádiz todos los veranos,
y me encanta ver que vuelven cada año y con los primos y los amigos es como si
se hubieran visto antes de ayer. Supongo que idealizas una ciudad cuando estás
mucho tiempo fuera. Siempre te gustaría volver y a veces cuando llevo 15 días,
ya he visto a todo el mundo. También es verdad que cuando llevas mucho tiempo
viviendo en ciudades grandotas, Cádiz te parece chiquitita, pero me encanta. A
parte, como siempre he tenido esta idea en la cabeza de que Cádiz no es sólo
Cádiz, sino el concepto de mancomunidad, entonces para mí Cádiz va hasta Conil,
Tarifa...
-¿Cómo ve la ciudad respecto a cuando vivía aquí?
-Más bonita. Cuando voy me gusta verla, es como
comprobar que está todo ahí. Me gusta correr, lo primero que hago siempre que
voy es eso. Ahora me gusta mucho que puedo llegar corriendo hasta el Castillo
de San Sebastián. La visión que se tiene de toda la ciudad desde que lo
abrieron me parece preciosa. Me gusta el simple recuerdo de Cádiz, que en casa
lo tenemos. En el salón tengo el original de ese cuadro, que es gigante
(haciendo referencia a uno de la serie Tintín en Cádiz de IconE que cuelga de
la pared en su despacho de Sevilla y que aparece en la foto de esta página). Y
también tenemos una pared toda llena de cuadros de torres de Cádiz. Quiero
decir, que queremos mucho la ciudad y la tenemos presente.
-¿No se ha planteado volver?
-Hombre, yo creo que lo del proyecto de Sevilla
en el fondo es un poco volver a Andalucía. Piensa que la responsabilidad que me
han dado con el proyecto este es brutal. Es que no es sólo la investigación, es
la responsabilidad de llevar los pacientes con ictus de toda la ciudad de
Sevilla, es organizar la atención al ictus en este millón de habitantes.
Entonces, yo lo que creo es que de alguna forma el proyecto de aquí es como
volver también un poco a Cádiz. Está ahí al lado. Veo impensable que si
nosotros dentro de cinco años somos capaces de conseguir algún proyecto que
funciona, no se aplicara también en Cádiz. Entonces, veo que es una forma de
volver.
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