Una crisis
hipertensiva sitúa la tensión sistólica por encima de los 180mmHg. Las causas
más comunes son olvidar la medicación o una transgresión dietética. Una crisis
hipertensiva puede llevar al paciente a una insuficiencia cardiaca, un ictus o
un cuadro serio que podría conducir a la persona a la muerte.
EUROPA
PRESS. 23.11.2014 - 11:24h
La
hipertensión consiste en una elevación de la tensión arterial crónica y
mantenida. Una toma puntual elevada no supone padecer la enfermedad pues la
tensión debe mantenerse elevada a un valor igual o superior a los 140/90 mmHg
en la mayoría de mediciones. Cuando la tensión sistólica supera los 180 mmHg se
produce lo que se denomina crisis hipertensiva. En España hay 14 millones de
hipertensos, entre el 35% y el 40% de la población, porcentaje que asciende
hasta el 60% en los mayores de 65 años. "Cada vez hay más hipertensión
debido al aumento en la obesidad, que comienza ya en la adolescencia, y del
sedentarismo", explica Nieves Martell, presidenta de la Sociedad Española de
Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial
(SEH-LELHA).
Es habitual
que la hipertensión esté infradiagnosticada ya que puede no dar síntomas. El
30% de los hipertensos no está diagnosticado y por tanto no tratado, esto
quiere decir que si la hipertensión evoluciona se pueden producir
complicaciones cardiacas como insuficiencia cardiaca, infarto, insuficiencia
renal e incidentes cerebrovasculares graves. Una crisis hipertensiva
sitúa la tensión sistólica por encima de los 180mmHg. La gravedad depende del
paciente y del cuadro clínico que le acompañe."La crisis hipertensiva puede tener
consecuencias muy graves en los órganos diana más dañados por la hipertensión
que son cerebro, corazón y riñón e incluso provocar la muerte", detalla
Martell, jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario
Clínico San Carlos de Madrid. Las causas más comunes de un pico de tensión son
olvidar la medicación –la adherencia al tratamiento es fundamental para
mantener los niveles de tensión estables– o una transgresión dietética –un
consumo excesivo de alimentos con altos niveles de sal puede descompensar en
gran medida la tensión arterial–. Otros
motivos son la apnea del sueño: la obesidad es un factor de riesgo para la
hipertensión, al igual que para la apnea del sueño, una crisis de ansiedad y el
ejercicio físico. Cómo actuar ante una crisis de hipertensión Una crisis de
hipertensión puede cursar sin síntomas o presentar síntomas difusos como dolor
de cabeza, mareo, taquicardia, dolor en los ojos o más graves como dolor en el
pecho. Atención médica inmediata: cuando se produce una crisis de hipertensión
la persona debe ser atendida por un médico para que evalúe el cuadro que está
sufriendo y determinar si se debe a una crisis de ansiedad o hipertensiva. Ser
conscientes de la gravedad: la crisis hipertensiva puede llevar al paciente a
una insuficiencia cardiaca, un ictus o un cuadro serio que podría conducir a la
persona a la muerte. Que la persona no se ponga nerviosa: mientras se consigue
acceder a la atención médica es importante tranquilizar a la persona para que
el nerviosismo no contribuya a elevar la tensión aún más. Martell aclara que si
estos picos de tensión se producen de forma frecuente el médico tendrá que
derivar al paciente a una unidad específica de hipertensión para estudiar las
causas secundarias asociadas a estos desequilibrios.
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