17/11/2014
(14:35)
Madrid, 17 nov.- Entre un 25 y un 35 por ciento de los
pacientes anticoagulados que toman la medicación clásica (sintrón) pero que
están mal controlados serían susceptibles de ser tratados con los nuevos
anticoagulantes, pero las "barreras" del Sistema Nacional de Salud impiden
que accedan a ellos.
Una denuncia que han realizado hoy profesionales sanitarios y pacientes
con motivo de la celebración mañana del Día del Paciente Anticoagulado, en una
rueda de prensa en la que se han presentado los resultados de una encuesta
realizada por el Consejo General de Enfermería, que revela que el 73,7 % de los
que reciben tratamiento clásico no conocen los nuevos fármacos.
En España, se estima que alrededor de 800.000 personas viven
anticoaguladas, con el objetivo de prevenir tromboembolismos venosos y
arteriales, cifra que aumenta cada año entre un 10 y un 20 por ciento.
De ellos, nueve de cada diez están tratados con fármacos antivitamina
k (el más conocido es el sintrón), pero uno de cada tres de estos pacientes no
alcanza un buen control terapéutico y, por tanto, está expuesto a un mayor
riesgo de sufrir un ictus y hemorragias graves.
Según la encuesta, la preocupación más importante para casi la mitad de
las personas que toman anticoagulantes clásicos es sufrir un ictus.
El doctor José María Lobos, coordinador del Grupo de Enfermedades
Cardiovasculares de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria
(semFYC), ha explicado que los nuevos anticoagulantes (en España hay tres
financiados) son más eficientes que los clásicos y no requieren de controles
semanales, quincenales e incluso semanales para ajustar la dosis.
"Solo se necesita tomar la pastilla cada día", ha precisado
el doctor Lobos.
Este médico, que también es coordinador de la Red "La salud del
paciente, por delante", ha asegurado que el médico de familia tiene
"barreras tremendas" en algunas comunidades autónomas para prescribir
los nuevos anticoagulantes. "La administración se ha cerrado en
banda", ha denunciado.
De hecho, en ocho autonomías, el médico de atención primaria no puede
cambiar el tratamiento a los pacientes sino que debe derivarlos a los
especialistas (cardiólogos o internistas) para que sean ellos los que
prescriban los nuevos fármacos.
Para poder cambiar el tratamiento, el Ministerio de Sanidad exige que el
paciente no esté bien controlado durante seis meses, pero en algunas autonomías
como Andalucía el periodo establecido es de un año.
"¿Y si el paciente tiene un ictus durante ese tiempo, de quién es
la responsabilidad?", se ha preguntado el doctor Lobos.
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