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jueves, 7 de agosto de 2014

EL 60% DE PACIENTES DE LA UNIDAD DE ICTUS RECUPERA LA AUTONOMÍA

Angélica González / Burgos - martes, 05 de agosto de 2014

La Unidad de Ictus del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) atiende todos los años entre 300 y 320 casos de una patología que es la primera causa de muerte en mujeres en España y la tercera en varones (después del infarto y del cáncer) y que provoca muchas y grandes invalideces. Un ictus es una lesión que se produce súbitamente por una falta repentina del riego sanguíneo (trombosis) o por una hemorragia (derrame). «Se trata de una alteración en la circulación de la sangre que va al cerebro y que ocasiona que una zona reciba menor aporte sanguíneo del necesario, lo que se manifiesta en una pérdida de una o varias funciones del organismo», explica la neuróloga Yolanda Bravo, que trabaja en la Unidad y precisa que el 60% de los pacientes a los que atienden cuentan con buena autonomía a los tres meses de haber sufrido el ictus: «Puede haber pequeñas limitaciones (no ver del todo bien, padecer un hormigueo)pero son autosuficientes. Hay otro 40% que necesita ayuda para la vida diaria o que queda postrado en cama».
Conocer cuáles son los síntomas resulta clave para poder reaccionar de forma inmediata porque de cuanto antes se tomen  medidas médicas depende una mejor supervivencia y la ausencia o no de secuelas. Lo ideal, según  esta especialista, sería llamar rápidamente al 112 y pedir ayuda cuando se note una pérdida brusca de la visión, de la sensibilidad o de la fuerza en un lado del cuerpo, imposibilidad repentina de hablar o hacerlo con dificultad o un dolor de cabeza muy fuerte y sin causa aparente.
De esta manera se pondría en marcha lo que Sacyl da en llamar Código Ictus, que en Burgos existe desde el año 2006 cuando -entonces en el Yagüe- se abrió la Unidad. «Se trata de un sistema de activación y traslado prioritario para pacientes con sospecha de ictus. Así que cuando se avisa a emergencias nosotros ya estamos avisados y esperando a que llegue el paciente que, como lo hace en una ambulancia medicalizada, ya ha sido visto por un profesional y tiene la analítica sacada, con lo que se gana tiempo. También están alerta los médicos de Urgencias y  los radiólogos para hacer el escáner», añade. Tanta prisa tiene que ver con que los mejores tratamientos tienen lo que se denomina una ventana terapéutica limitada, es decir, que han de ser aplicados antes de que hayan pasado cuatro horas y media: «Si esto se hace al principio tenemos probabilidades de recuperar parcial o totalmente las funciones; el cerebro aguanta muy poco tiempo sin sangre, por eso hay que darse mucha prisa».
Las personas que más se benefician de la unidad y de estos tratamiento son aquellas que tenían buena calidad de vida previa, que no padezcan contraindicaciones por sufrir otra patología o tomar un medicamentos concreto y que hayan sufrido el ictus muy recientemente. La edad no se considera un factor excluyente: la media a la que ocurre está en, aproximadamente, 69 años aunque también afecta a personas jóvenes. 

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