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martes, 28 de octubre de 2014

CUÁL ES LA TEMPERATURA IDEAL PARA VIVIR


Factores psicológicos y fisiológicos son los causantes de que este valor pueda ser diferente en cada persona

ENRIQUE HERNANZ / DIGITALMETEO

EFE


En estos primeros días de calor, en los que en numerosos puntos del sur del país las temperaturas mínimas son incapaces de descender de los 20 grados, el uso del aire acondicionado se hace indispensable para poder conciliar el sueño. Muchas veces, el uso de este aire acondicionado está más que justificado, pero no son pocos los lugares públicos y de trabajo en los cuales el abuso de la climatización es común, y por lo tanto no se consigue que la temperatura sea confortable para el ser humano.


Y es que desde finales del siglo XIX numerosos climatólogos se han encargado de intentar averiguar cuáles son las condiciones ideales para vivir, o lo que es lo mismo, cual es el umbral térmico en el que la mayoría de personas dice sentirse bien. En ocasiones este valor ideal puede verse alterado por factores psicológicos, pero fisiológicamente nuestro cuerpo tiene unos mecanismos de termorregulación que se activan cuando hace demasiado frío o calor, y que no se ven alterados cuando encontramos el equilibrio térmico.

Este equilibrio térmico, no sólo depende de la temperatura, y variables como la humedad, el viento y la radiación cobran especial importancia. Cuando se conjugan todos ellos obtenemos podemos calcular un nuevo valor, que es la sensación térmica o la temperatura que siente nuestro cuerpo, aunque la temperatura real del aire sea diferente.

De todos es sabido que a una misma temperatura de por ejemplo 30 grados, la sensación de calor es mayor cuanta más alta sea la humedad. Sin embargo, cuando las temperaturas son bajas, la sensación de frío también aumenta si la humedad relativa del aire está en valores muy elevados.

 También cabe destacar que los extremos de humedad no son buenos para la salud y valores inferiores al 20% pueden ocasionar problemas e infecciones en las vías respiratorias. Humedades superiores al 80% tampoco son recomendables y con estas condiciones la proliferación de ácaros, hongos y bacterias es bastante común.
Por otro lado, el viento siempre tiende a hacer descender la sensación térmica, aunque no en todos los casos, ya que con temperaturas superiores a 40 grados, la sensación de calor aumenta cuanto más fuerte sople el viento.

El bienestar: entre 21 y 26 grados

Una vez tenidos en cuenta todos estos diversos factores, a lo largo del siglo XX los diferentes climatólogos han elaborado un sinfín de cartas bioclimáticas o de confort térmico. Evidentemente no todas ellas han tenido la misma acogida, pero las más aceptadas indican que con sensación térmica de entre 21 y 26 grados nuestro cuerpo estará en total armonía y equilibro con el entorno. Esto por ejemplo quiere decir, que un día con una temperatura real de 28 grados, pero con cielos nubosos, una humedad baja y bastante viento, será igual de confortable térmicamente hablando que otra jornada con 20 grados, humedad alta, mucho sol y viento en calma.
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