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martes, 2 de septiembre de 2014

DEPRESIÓN Y ESTRÉS, MALOS COMPAÑEROS DE LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES

Distintos estudios asocian estos factores psicosociales con mayor mortalidad por insuficiencia cardiaca y mayor riesgo de hipertensión, infarto e ictus

La depresión y el estrés combinan mal con las enfermedades cardiovasculares. Distintos estudios habían puesto cifras al incremento del riesgo de mortalidad de los pacientes que padecen estas dolencias. Dos nuevos trabajos, presentados hoy en el marco del congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), que se celebra en Barcelona hasta el 3 de septiembre, aportan nuevos datos sobre la relación entre estos factores psicosociales y las dolencias cardiovasculares. Investigadores alemanes concluyen que los pacientes que sufren insuficiencia cardiaca y además están depresivos tienen peor pronóstico y más probabilidad de morir a causa de la enfermedad cardiaca. Otro trabajo con mujeres rusas constata que el estrés multiplica el riesgo de hipertensión, infarto de miocardio e ictus.

“Hace años que se conoce que los factores psicosociales influyen en las enfermedades cardiovasculares”, explica a El País Nicolás Manito, jefe del servicio de Cardiología del hospital de Bellvitge. El estudio alemán concluye que casi un 30% de los pacientes con insuficiencia cardiaca tiene depresión. De estos, un 26,9% fallece a causa de la enfermedad cardiovascular subyacente pasado un año y medio, lo que para los investigadores confirma el mal pronóstico de la depresión en este tipo de pacientes. Solo el 13,6% de los que no la sufrían falleció en el mismo lapso de tiempo.

Manito apunta a varias explicaciones: “Los pacientes con síndromes ansiosos-depresivos presentan mayor riesgo para la insuficiencia cardiaca porque tienen más actividad hormonal, que desencadena esta enfermedad”. Además, añade, los fármacos que se administran para tratar esta enfermedad crónica, como los betabloqueantes, desencadenan la aparición de síntomas depresivos. Aún hay una tercera consideración: “Cuando a una persona joven se le diagnostica la insuficiencia cardíaca, y se ve obligada a abandonar una vida laboral, de relación social y sexual, toda la vida psicosocial de esa persona se altera. Y ello facilita el desarrollo de ansiedad y depresión. Es un mecanismo que perpetúa la propia enfermedad, y lo que lleva finalmente a un mal pronóstico”, añade.


Fuente:


.com


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