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lunes, 2 de marzo de 2015

LA MEDICALIZACIÓN DE LA VIDA, UNA CULTURA DAÑINA PARA EL INDIVIDUO Y PARA LA SOCIEDAD



Los humanos nacemos para morir, como todos los seres vivos. Además, tenemos la peculiaridad de pensar sobre nuestro destino, sobre el antes, el presente y el después. Por ello podemos preguntarnos de dónde venimos, qué hacemos aquí y adónde vamos. Es fácil así la angustia vital, ese estado anímico que estudiaron con énfasis los filósofos existencialistas, como parte de la condición humana y de la responsabilidad individual frente a la libertad y al significado de la vida. Es, también, el miedo ante el compromiso familiar, laboral y social (el deber para los otros), pues los humanos vivimos ineludiblemente en sociedad.
El miedo es emoción básica humana, imprescindible para sobrevivir a los riesgos habituales ayer, hoy y siempre. La cuestión es aceptar el miedo como parte de la vida y no querer “matarlo”. Lo importante es interiorizar que un cierto grado de miedo y de angustia vital forman parte de la normalidad. No podemos vivir sin miedos y sin angustia vital y, de hecho, el valiente es quien controla prudentemente el miedo, no el que no lo tiene.
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